martes, 28 de febrero de 2012

Que los besos son muy traicioneros.

Después de tanto tiempo. Tantísimo tiempo. Tanto que las flores han cambiado de color y al hielo le ha dado tiempo de volver a congelarse; tanto, que los libros han cogido ese tono envejecido y huelen a humedad. Esa es precisamente la cantidad de tiempo que ha pasado desde mi último beso. Y ahí sigue, guardado en la caja de cartón, en lo más alto de la más alta torre, a la que yo humildemente llamo estantería, recogiendo el polvo que cada mañana se posa sobre ella. Después de tanto tiempo sigue ahí, esperando ese "noséqué". Te prometo que no sé a que espera, porque ya aprendió que no ibas a volver. Quizás fue cuando el hielo comenzó a descongelarse, o cuando la humedad comenzó a hacer mella en las esquinas del salón. Así que ya no sé que espera, ahí, entre tantos recuerdos tan viejos como el tiempo, como mis miedos, y mis sueños. Puede que espere una nueva filosofía, una nueva situación de la vida, porque más tiempo, oh, más tiempo si que no necesita. Tantísimo tiempo que he olvidado como era, que color, que sabor, que sustancia lo compone. Cual es la cantidad exacta de nervios, de deseos, de miradas cómplices y suspiros necesarios para fabricar uno como ese. Porque ya no los hacen, me han dicho. Es el único en su especie. Y puede que no haya nada más triste que eso. Pues está solo, después de tanto, tantísimo tiempo.

Pretende jugar al ajedrez con los sentidos.

Una partida larga e intensa. Ahí arriba, en la caja de cartón que recoge el polvo cada mañana esperando a que necesite de mis recuerdos algún día, aprovechándose de mi debilidad querrá recordarme de después de tanto tiempo, tantísimo tiempo, tanto que las flores han cambiado de color y al hielo le ha dado tiempo de volver a congelarse, tanto que los libros han cogido ese tono envejecido y huelen a humedad, exactamente ese es el tiempo que hace que mis besos andan perdidos en algún lugar del espacio tiempo y solo me queda uno que poder recordar, ese que sabía a despedida. Ese con sabor a "nunca más."

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que jamás tenga que remover mis memorias para acordarme de uno de esos, espero poder tener la opción de girarme en la cama y que haya alguien en la otra mitad del colchón.
Ojalá tú corras la misma suerte, ya se sabe.
Preciosa entrada.

Madmaniac dijo...

La suerte no está siempre de nuestro lado, y desde luego no del mío. Pero soy feliz sabiendo que a alguien en este planeta le ha gustado.
Gracias por leer. Eternamente agradecida.

Anónimo dijo...

Los besos más traicioneros son los que nunca se dan, porque se quedan enquistados en el alma.

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...