domingo, 27 de noviembre de 2011

Yo no te culpo por querer dejarme solo.

+Eres tonto.
-Un tonto enamorado.
+Enamorado de alguien que nunca te va a corresponder.

Solo vive.


Se le desgastaron los labios, perdieron el color, la sustancia, la esencia, el sabor. Será de besar al que no correspondía, hablar con el que no quería, suspirar por el que no debía. Pero a ella ya no le queda pasión. Los pinta para que parezcan vivos, mintiendo a todos los que se acerquen a mirarla. Que no noten que murió. Que parezca todo un accidente de la estación estival; por donde ya no pasa el tren, que se quedó perdido en cualquier lugar del mundo. Que si no tiene en cuenta que se mata, ella se tira al vacío sin pensarlo. Ella no lo piensa más de cinco veces, porque el cinco es un número horrible. No soporta los días impares, siempre le ocurre lo que sueña, y ella siempre tiene pesadillas. Se le aparecen los monstruos del pasado, y los sin rostro del futuro. Pero ella quiere un presente con los labios desgastados.

martes, 22 de noviembre de 2011

Sucesión de puntos muy juntitos.

La línea. Una delgada y fina línea es lo que delimita unas cosas de otras. Pone la froteras a las cosas que son y a las que no son, a la verdad y a la mentira, al blanco y al negro. ¿Pero dónde está exactamente esa línea? Cuando sabemos lo que está bien, de lo que está regular. Dónde está la separación entre el negro y el gris. Cómo sabemos cuando es mentira, o callamos la verdad
Líneas. Tan finas, tan delgadas, tan difíciles de situar.
El límite entre querer y amar; entre vivir y sobrevivir; entre dormir y soñar; entre volar y ser libre.Y todo por una absurda línea. ¿Por qué? Acaso los colores no son vida, durmiendo no podemos soñar, volando no podemos sentirnos libres, callar la verdad no es silenciar la mentira, hacerlo bien siempre será regular para los ojos del que mira y queriéndo no se puede llegar a  amar. Nadie lo podrá llegar a entender jamás. Ellos ven en la línea un horizonte, y no quieren apreder que es todo lo contrario. Es un paso más allá. Algo extrasensorial, difícil de explicar pero sencillo de dibujar, de escribir, de tocar. Que la línea no es más que la sucesión de infinitos puntos muy juntitos entre ellos, pero por los que uno se puede colar. Y si, colarse significa traspasar esa línea inquebrantable. Pasar y ver que hay más allá.

Supongo que será por estas cosas.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Un rayo de lámpara de salón.

...Entonces me dijo que todo lo que escribía era triste. Que nunca dejaba constancia de una palabra de aliento, de un rayo de sol, de luna, o de lámpara de salón. Me dijo que siempre escribía cosas tristes, de amores desaliñados, de olvidos inminentes, de niños descuidados que inventaban juegos de mayores. Por otro lado, me dijo que solo las personas tristes escribían cosas que valían la pena. Que los  felices escribían mierdas, que era el precio que había que pagar. Llegando pues a mi propia conclusión quería decirme que todo lo que escribía era bonito, pero a la vez la persona más triste que había conocido. Eso me hizo replantearme varias cosas, haciendo una retroinspección de mi propio ser, mi propia voluntad. Coloqué una balanza sobre la mesa: dos platillos dorados perfectamente equilibrados. Introduje un pequeño pedazo de papel por cada llanto en una de las balanzas, en la otra, un trozo por cada carcajada descontrolada.
¿Cual fue mi conclusión?
Para ser sinceros, no terminé mi experimento. Acabé riéndome de aquella gilipollez.
Al final va a ser que ganó mi risa.


sábado, 5 de noviembre de 2011

No suena ni sabe mejor.

Hoy no hablo del amor, hablo del olvido, que no suena ni sabe mejor, pero es más eficaz. Hablo de recordar que tengo que olvidarte, o de olvidarme de lo que era recordar. Que la mente juega siempre malas pasadas cuando caminas por la calle sin nada en que pensar. Dos personas se cruzan por la calle y no saben que estarían hechos el uno para el otro. Posiblemente olvidarás esa mirada, seguirás caminando y no volverás a verla nunca más. Estupideces que cometemos todos, todos los días. ¿Es que acaso alguien sabe amar? Sabemos olvidar. Sabemos olvidar que fue lo que nos hizo pararnos y observar. Solemos olvidarnos de la fecha en la que ella me miró a los ojos por primera vez o en la que se rió con una de mis tonterías después de dos horas haciendo el ganso. Olvidamos que solíamos reírnos juntos y cogernos de la mano, compartir un helado o ver una película abrazados. Y olvidamos. No nos acordamos de cuando fue cuando nos dejó de importar si íbamos o veníamos, si nos quedabamos o nos echamos a volar. Olvidar. Que verbo tan perfecto. Nada tiene que envidiar a amar. Puedes llevarte años sin amar, en cambio, olvidas cosas todos los días. Cada día un poco más. Olvidar lo que era mirar y encontrarte tumbada en el sofá, o desafiar al tiempo tomando un café a la hora del té. Olvidar lo que era tu risa estridente cuando hablabas sin parar. No recordar cómo era la arruga de su entrecejo cuando se enfadaba haciéndola rabiar. Olvidarnos de las peleas de palabras o las de almohadas, que siempre terminaban tirados en la cama. Imposible recordar los escalofríos de tu espalda cuando iba a "matar". Olvidar el sabor de tus labios, el olor de tu perfume o el sonido de tus tacones al pisar. Olvidarnos de que significa soledad, el silencio o no hablar, que para el caso ya es lo mismo. No recordamos cómo es el frío en invierno ni como se siente cuando te hacen llorar. Olvidar lo que era el peso de tu cabeza en mi espalda por las noches, y no acordarnos de las historias que inventábamos para, que irónico, olvidar. Imposible recordar que ya estamos a noviembre y hace tiempo que no estás. Olvidar que la casa está vacía, que busco tu sonrisa pintando lunas en el cielo y ninguna se asemeja lo más mínimo. Olvidamos que nuestros corazones se han congelado antes de tiempo, que a la primavera aún le falta para llegar. Olvidar que ya no rió como antes y que tu ausencia se hace dura en el sofá. Al fin y al cabo es olvidar. Contar nuestra historia entre olvidos, olvidarme de amar, olvidarme del olvido, de volverte a recordar una vez más. Ya nada tiene que envidiar olvidar a amar, ni mis historias a las que solíamos contar. Tú hablas del amor que sentimos, yo de olvidar lo que vivimos. Que más da, no volverá a ser igual mientras me olvido de olvidar que ya no estás.


martes, 1 de noviembre de 2011

Palpita el tiempo.

Palpita el tiempo y el corazón hace tic-tac.


El tiempo pasa, pasa y las manecillas del reloj hacen un ruido ensordecedor, ensordecedor que me estremece de la cabeza a los pies. El tiempo pasa, pasa y me mata, me mata literalmente, metafóricamente, estúpidamente, contiendo las lágrimas vacías en un frasco de cristal. Estoy fuera de juego, dentro del fuego, y el agua no se quiere acercar; acércate y enfríame, que calor me sobra y no lo quieres ver. Pero no puedes, porque, de nuevo, el tiempo lo impide, o quizás sea el dolor de las manecillas y el tic-tac que no deja de sonar. Que se pare, que se pare y basta ya, mucho ha pasado hasta el punto de anestesiar los sentidos indiferentes al pasado y muertos de miedo a lo que puede pasar. Porque pasan. Pasan como el tiempo, las manecillas, el tic-tac, el fuego que me quema, el juego que no sé empezar. Dónde queda el presente que llevamos esperando toda nuestra vida; a lo mejor en el frasco de cristal, en un frasco que cuando lo abras sepa a mar; o a amar, pero de eso que haces de verdad, sin pensar, con las manos atadas a la espalda, dejando que te mate literalmente, metafóricamente, estúpidamente, dejando que algo escape de tu alma, un pedazo, una porción, un fragmento, un adiós que no regresará jamás. Mas dejar de esperar el instante -de nuevo el tiempo- que te traiga el frío -de nuevo el agua- sin tenerte que importar si se rompe -de nuevo el cristal- ese trasto una vez más. -y de nuevo el corazón.- Factores indispensables, indispensables como .

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...