sábado, 5 de noviembre de 2011

No suena ni sabe mejor.

Hoy no hablo del amor, hablo del olvido, que no suena ni sabe mejor, pero es más eficaz. Hablo de recordar que tengo que olvidarte, o de olvidarme de lo que era recordar. Que la mente juega siempre malas pasadas cuando caminas por la calle sin nada en que pensar. Dos personas se cruzan por la calle y no saben que estarían hechos el uno para el otro. Posiblemente olvidarás esa mirada, seguirás caminando y no volverás a verla nunca más. Estupideces que cometemos todos, todos los días. ¿Es que acaso alguien sabe amar? Sabemos olvidar. Sabemos olvidar que fue lo que nos hizo pararnos y observar. Solemos olvidarnos de la fecha en la que ella me miró a los ojos por primera vez o en la que se rió con una de mis tonterías después de dos horas haciendo el ganso. Olvidamos que solíamos reírnos juntos y cogernos de la mano, compartir un helado o ver una película abrazados. Y olvidamos. No nos acordamos de cuando fue cuando nos dejó de importar si íbamos o veníamos, si nos quedabamos o nos echamos a volar. Olvidar. Que verbo tan perfecto. Nada tiene que envidiar a amar. Puedes llevarte años sin amar, en cambio, olvidas cosas todos los días. Cada día un poco más. Olvidar lo que era mirar y encontrarte tumbada en el sofá, o desafiar al tiempo tomando un café a la hora del té. Olvidar lo que era tu risa estridente cuando hablabas sin parar. No recordar cómo era la arruga de su entrecejo cuando se enfadaba haciéndola rabiar. Olvidarnos de las peleas de palabras o las de almohadas, que siempre terminaban tirados en la cama. Imposible recordar los escalofríos de tu espalda cuando iba a "matar". Olvidar el sabor de tus labios, el olor de tu perfume o el sonido de tus tacones al pisar. Olvidarnos de que significa soledad, el silencio o no hablar, que para el caso ya es lo mismo. No recordamos cómo es el frío en invierno ni como se siente cuando te hacen llorar. Olvidar lo que era el peso de tu cabeza en mi espalda por las noches, y no acordarnos de las historias que inventábamos para, que irónico, olvidar. Imposible recordar que ya estamos a noviembre y hace tiempo que no estás. Olvidar que la casa está vacía, que busco tu sonrisa pintando lunas en el cielo y ninguna se asemeja lo más mínimo. Olvidamos que nuestros corazones se han congelado antes de tiempo, que a la primavera aún le falta para llegar. Olvidar que ya no rió como antes y que tu ausencia se hace dura en el sofá. Al fin y al cabo es olvidar. Contar nuestra historia entre olvidos, olvidarme de amar, olvidarme del olvido, de volverte a recordar una vez más. Ya nada tiene que envidiar olvidar a amar, ni mis historias a las que solíamos contar. Tú hablas del amor que sentimos, yo de olvidar lo que vivimos. Que más da, no volverá a ser igual mientras me olvido de olvidar que ya no estás.


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Espina.

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