martes, 22 de noviembre de 2011

Sucesión de puntos muy juntitos.

La línea. Una delgada y fina línea es lo que delimita unas cosas de otras. Pone la froteras a las cosas que son y a las que no son, a la verdad y a la mentira, al blanco y al negro. ¿Pero dónde está exactamente esa línea? Cuando sabemos lo que está bien, de lo que está regular. Dónde está la separación entre el negro y el gris. Cómo sabemos cuando es mentira, o callamos la verdad
Líneas. Tan finas, tan delgadas, tan difíciles de situar.
El límite entre querer y amar; entre vivir y sobrevivir; entre dormir y soñar; entre volar y ser libre.Y todo por una absurda línea. ¿Por qué? Acaso los colores no son vida, durmiendo no podemos soñar, volando no podemos sentirnos libres, callar la verdad no es silenciar la mentira, hacerlo bien siempre será regular para los ojos del que mira y queriéndo no se puede llegar a  amar. Nadie lo podrá llegar a entender jamás. Ellos ven en la línea un horizonte, y no quieren apreder que es todo lo contrario. Es un paso más allá. Algo extrasensorial, difícil de explicar pero sencillo de dibujar, de escribir, de tocar. Que la línea no es más que la sucesión de infinitos puntos muy juntitos entre ellos, pero por los que uno se puede colar. Y si, colarse significa traspasar esa línea inquebrantable. Pasar y ver que hay más allá.

Supongo que será por estas cosas.


No hay comentarios:

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...