viernes, 30 de septiembre de 2011

Quién.

Ella le dijo: "Déjame quererte."
Él respondió: "No puede ser:"
Ella dejó una lágrima.
Él exclamó: "Todo saldrá bien."
Ella pensó que él le mentía.
Él decidió dejarla atrás.
Ella no quería eso.
 Él lo había planeado tal cual.
Él. Ella. Ella. Él

Llámame tonto, a veces lo soy.

Ella ha sufrido por ingenua.
Él ha pecado de maldad.
Ella cuenta las historias.
Él las deja escapar.
Ella aprende solfeo.
Él no inspira piedad.
Ella vive los vientos.
Él muere en el mar.
Ella. Él. Él. Ella.


domingo, 25 de septiembre de 2011

O no.

Te quiero.
Te quiero matar.
Destrozarte la vida.

Dejarte atrás.
Hundirte en miseria.
Ponerme un disfraz.

Que olvides quién eras.
Utilizar el quizás.
No mirar al futuro.

Olvidar respirar.
Componerte en las notas.
Las que no sé tocar.

Escuchar tus silencios.
Ignorar la verdad.
Creerme un Dios.
Que no sabe luchar.

¿Verdad que te quiero?
Desperdiciar, desquiciar, destrozar.
Un vuelo de alto rango.
No le pongamos final.

Eterno suicidio del alma.
Aquella que busca saborear libertad.
Indecisa la vida que vas a llevar.
Te quiero, quizás de verdad.
 
Pero esta es la realidad.

martes, 20 de septiembre de 2011

Si tu, yo.

Ellos hablan y yo callo. El que calla otorga. A mentira ha sonado.

Siempre llega el mísero instante de la vida en la que las palabras se te atragantan y ya no sabes que decir. Tienes mucho que contar, y no sabes por donde empezar. La mejor opción que encuentras es no empezar y problema resuelto. Y ellos siguen hablando, tan felices. Tú, callas. Lo seguirás haciendo porque, a pesar de que en ciertas ocasiones te digas que las cosas puedan dar un tremendo giro, todo puede volver a cambiar, no lo harán. Porque están bien como están ahora. Todos son felices ahora, así, tal cual. Tú, bueno, tú aprenderás a ser feliz si no lo eres. De tanto comportarte como una persona feliz, sin problemas, que habla mucho, acabarás siéndolo. ¿No? Da igual, no quiero saber la verdad, quiero seguir viviendo en la ignorancia, queda más que demostrado que se vive allí mucho mejor, en esos momentos en los que no sabes nada. Luego lo pienso. Si, pienso bastante, quizás demasiado. Suelo decirme que solo es cosa de la edad, que pasa, como todo lo que nos hace daño, o nos da felicidad. Después vuelvo a pensar que eso es una forma estúpida de hacerme la madura, de creerme con experiencia, de saber lo que vendrá. Vaya mierda engañarte a ti mismo. Supongo que será que tampoco tengo a nadie a quién engañar. Demasiada gente, muy pocas personas. Solo para verte y que sonrías una vez. Solo porque te rías de una de mis tonterías, solo por no verte triste nunca más. Solo por sentirme afortunada cuando me miras, solo porque me quieras algo más. 
Ellos hablan y yo callo. El que calla otorga. A verdad ha sonado.
Había olvidado lo que eran los domingos sin nadie, que la soledad te abandonara cada noche.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Un año.

Ya se ha terminado. La dureza de las palabras se hacen constantes en la mente de todos los presentes. Al fin se ha terminado. ¿Se acaba el sufrimiento? No, ahora es otro dolor distinto, pero al menos termina uno. Un año. Un año y entonces si que todo habrá acabado. Quizás una libertad innecesaria, que asusta, pero que llega. Ni siquiera es un año, eso es solo por poner un tiempo "redondo". Nueve meses, que irónico. El mismo periodo que tarda un ser humano en formarse completamente para su nacimiento. Esto servirá definitivamente para dejar de pensar en lo que no tiene importancia.

Y aún así es probable que nada vaya a cambiar.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Ya lo sabía.

No eres más que otro niño que no sabe jugar. Pero que esperar, al fin y al cabo la vida es un juego, solo tienes que saber que cartas jugar. Yo hace tiempo que he perdido y me niego a aceptar la realidad. Mi vida acabó siendo como el póquer; hace tiempo que me quedé sin fichas, y, quizás solo por joder, llega un alma caritativa que te da una ficha más para que vuelvas a jugar, enfrentándote de nuevo al todo o nada. Una vez más de bruces contra la realidad del perdedor. Pero soy buen perdedor y acepto cuando es hora de recoger la mesa. Te aseguro, amigo mío, que ese momento es ahora. Ha llegado la hora de decir adiós, sigo con mi vida, soy buen perdedor. Solo me queda una cosa, algo tan insignificante que es capaz de cambiar el mundo.

Mándame a la mierda, que ya me se el camino.


Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...