jueves, 15 de septiembre de 2011

Un año.

Ya se ha terminado. La dureza de las palabras se hacen constantes en la mente de todos los presentes. Al fin se ha terminado. ¿Se acaba el sufrimiento? No, ahora es otro dolor distinto, pero al menos termina uno. Un año. Un año y entonces si que todo habrá acabado. Quizás una libertad innecesaria, que asusta, pero que llega. Ni siquiera es un año, eso es solo por poner un tiempo "redondo". Nueve meses, que irónico. El mismo periodo que tarda un ser humano en formarse completamente para su nacimiento. Esto servirá definitivamente para dejar de pensar en lo que no tiene importancia.

Y aún así es probable que nada vaya a cambiar.

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