sábado, 29 de diciembre de 2012

Tres segundos inmortales.

Un paso hacia el delirio de quererlo todo. Pues así le va a la rubia de ojos negros. Porque ha sido todo menos lo que deseaba ser. A veces amiga, otras amante, luego colega, y más tarde sólo una conocida. A veces rozando el cielo, en cambio otras  luchando por salir. ¿Nadie le ha enseñado a él que es un crimen matar con las miradas? Ella le baila al compás que dicta, siempre siguiendo las reglas de otros, siempre pendiente de querencias que no son las suyas. Cansada de llorarle a los días y de poner buena cara todas las semanas, le quedan ya pocas opciones. Siempre elige mal, cree que es lo mejor. Ser a veces empieza a ser algo cansado, porque llega un momento en el que no sabe que es, que será. Y es probable que esos ojos negros sepan lo que quieren ser, pero es el miedo al monstruo lo que siempre permanece.

Si no miras, no está.

Es probable que la huida no sea la respuesta, pero suena demasiado bien. Luego de todo eso, solamente le regalan tres segundos que se le antojan inmortales y aquellos ojos negros se tornan inmorales, desaparece la conciencia y ella vuelve a bailar al compás que dictan otros, cargando con la culpa de ser menos ella, y más lo que él pide, cambiando el rol todos los días, luchando por encontrar el aire que a veces le falta, callando al monstruo que le grita la verdad. De todas formas, si no miras, no está.

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