domingo, 30 de octubre de 2011

Siento, luego muero.

Siento ser la chica rubia que espera sentada en un rincón alejado de la sala a que la saques a bailar. Siento que la humedad haya estropeado la ropa mal colocada que llevaba al llegar. Siento que cada día, cada mañana, me pinte una sonrisa que me veo obligada a llevar. Siento regalarte miradas furtivas con las que no quieres cargar. Siento sonreír nerviosa cuando tu mano roza la mía y se me olvida hablar. Siento mi cara de tonta cuando escucho atenta lo que no quieres contar. Siento que me mires y veas siempre los mismos ojos tristes con los que una vez te cruzaste. Siento no ser capaz de ofrecerte nada más. Siento que el corazón se me acelere cuando creo que me vas a nombrar. Siento, que cada noche, una imagen de ti se dibuje en mi cabeza. Siento no ser lo suficientemente valiente como para confesar que cada tarde paso por tu casa y no me atrevo a llamar. Siento ser tan mala actriz y que a veces alguien se de cuenta que ya no estoy en el lugar. Siento no satisfacer tus normales necesidades. Siento que cada día que pasa, esté un paso más atrás. Siento el agua salada, las manos temblorosas, los pasos titubeantes, las palabras al azar. Pero, sobretodo, siento vivir en el kilómetro cero y tener una historia que no sé narrar. Siento no ser suficiente, o no ser nada más. Siento no saber que debo mostrar. Y que debo enseñar.

Siento, luego muero. Muero, luego vivo. Vivo, luego siento.
For you.
 

No hay comentarios:

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...