lunes, 18 de julio de 2011

Los préstamos de la vida.

No hacían nada especial. Estaban tumbados en el césped de aquel enorme parque de la ciudad donde vivían, con un paquete de pipas en las manos y un montoncito de cáscaras al lado.
-¿Lo amabas?- Preguntó sin que se lo esperara su acompañante, que no apartó la vista de cielo no más que un segundo para mirar de reojo.
-Más que a mi misma vida. Hasta el punto de ser mi todo.- Respondió, casi impasible, sin un tono de voz explícito. Pero había algo especial en esas palabras. ¿Quizás admiración? Quién sabe, pero lo que si sabía a ciencia cierta es que no debía preguntarlo.
-¿Y ahora qué?- Rió. Simplemente rió. Y, al final, terminó por girar la cabeza para mirarlo, sin borrar esa sonrisa, bastante característica de la joven muchacha tumbada en el césped de intenso color verde.
-Ahora ya no queda nada. Es simple. Si se lo llevan todo, no queda nada. Es así. Y así seguirá siendo mientras el mundo sea mundo.- No perdió esa sonrisa. A pesar de que estaba hablando de que lo había perdido todo. ¿No era eso doloroso? ¿Por qué no dejaba esa sonrisa al lado?

Miénteles a todos, excepto a tí.

-¿Cuando te vas a curar?- Carcajada al canto. Él cada vez entendía menos, no sabía como podía reirse de su 'desgracia'. Sabía que le dolía, la había visto llorar cuando creía que nadie la veía, cuando dejaba de sonreir, de mentirle a todos. Él pensaba que tenía que estar cansada de estar mintiendo continuamente. No, no lo pensaba. Le había visto esos ojos de cansancio alguna que otra vez y la había escuchado susurrar, casi en un silencio sonoro ese: ya no puedo más. Pero siempre, siempre que alguien llegaba, ahí estaba de nuevo, esa espléndida sonrisa, esas carcajadas, esa luz en los ojos.
-Nunca. Las cicatrices serán las únicas que me recuerden que fue real.- Le tomó el brazo y lo acarició con la llema de sus dedos. A él le hacía cosquillas y sonreía cuando eso pasaba. A ella eso lo gustaba.
-¿Significa eso que nunca más volverás a amar?- Ella volvió a mirarlo de reojo. Intentaría explicárselo de una manera sencilla y sin preocupaciones.
-Nos llevamos toda nuestra vida haciendo préstamos. Yo se lo dí todo a él, le dí demasiado, pero fue un error hermoso. Pero no me lo ha devuelto, es un préstamo en el que perdí mucho. Aún me queda la esperanza de que pase lo contrario.- Una corriente eléctrica le recorrió la columna debido al tacto de las yemas de los dedos de ella en su antebrazo.
-¿A qué te refieres con lo contrario? Él no volverá para devolvértelo, seamos realistas.- Ella volvió a reírse.
-Claro que no volverá. Pero no es él el que tiene que hacerme el préstamo. Es otra persona. Otra persona que me empiece a dar algo, algo que yo guardaré y volveré a tener eso que antes podía dar. Y volveré a amar. Es sencillo.- Ella le sonrió, incorporándose un poco sobre la mullida manta de césped.
-No lo entiendo.- Puso cara triste, de esas de los dibujos animados, dejándo que después se le escapara una sonrisa. Esa sonrisa que solía dedicarle a ella.
-Lo entenderás cuando seas mayor.- Sonriente, lo miró a los ojos. Se acercó a él y cerró la conversación con un suave beso sobre sus labios.

No hay comentarios:

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...