sábado, 14 de enero de 2012

Tropezando.

Solo el sonido del reloj haciendo daño en mis oídos. La calle solitaria, y la noche fría adueñándose del resto del espacio. Apenas se escuchan mis pisadas o las voces apagadas de la pareja que camina no muy lejos. Desaparecen. Han cambiado de dirección. Continúo caminando. Un pie tras otro, tropezando a menudo. Estos, inconscientemente, me llevan hasta casa. Entro y cierro. Nada dejo fuera.

¿Qué? ¿Crees que no hay amor, odio acumulado, traumas infantiles, desengaño de la vida?
Entonces es que no has aprendido nada de mi.

No hay comentarios:

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...