miércoles, 25 de mayo de 2011

Lo sigo pensando.

Ves el suelo. Lo ves ahí, bajo tus pies. Lo ves. Y ves como te vas a caer y te vas a dar de bruces contra él, con todas las ganas que tienes de que te duela, aunque aún no lo sepas. Pero deberías saberlo, porque te vas a tirar. Y te va a doler, claro.
Lo piensas por un momento. Te vas a tirar. Pero, como ya dije alguna vez, alguien inesperado te agarra antes de caer. Manteniéndote a salvo, sin daño alguno. Y al principio te duele el tirón que te dan. Te duele mucho, porque ni siquiera te lo esperas. Pero, los miras a la cara, allí, sujetándote con una sonrisa, esperando a que continúes caminando junto a ellos.
Y ahora, me agrada decir que, aunque has sido tú el que me has empujado para que me caiga, ellos me han recogido. Esta vez es al revés. Algo irónico, ¿verdad? Ahora por fin me doy cuenta de lo que valen las personas que están a mi al rededor.

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...