domingo, 29 de mayo de 2011

Carta al corazón.

Querido corazón:
Hoy he vuelto a levantarme. Debo darte las gracias por ello. Pero me gustaría puntualizar que me gustaría levantarme sin dolor, a ser posible. Si, ya sé que eso es mucho pedir, pero por pedir que no quede, que nunca se sabe lo que puede caer.

Otra cosa que me gustaría aclarar. Sé que te dije que me ayudaras a olvidar, pero no esta manera, que me lo estoy viendo venir. Solo estás confundiendo a mi cabeza, que ya no sabe que pensar y está empezando a mostrarme en sueños su propio sufrimiento. Y no puedo con el sufrimiento de los tres: el tuyo, el de mi cabeza y el mío propio. En definitiva, querido corazón, me estás confundiendo. ¿No ves que no sería capaz de admitirlo todavía? ¿No ves que nunca sería capaz de admitírselo? Mi sufrimiento no me deja aclarármelo, el suyo nunca se irá. ¿Qué pretendes? ¿Que salga de Guatemala para meterme en Guatepeor? Que puñetero eres, corazón.

¿No ves que nunca tendrá ojos para mí? Esto es solo una broma absurda del destino. Pero es que te estoy viendo venir, así que deja de joderme. Porque para que me ayudes así, prefiero que no me ayudes. Hay muchas cosas que no ves o que no te da la gana de mirar. Estás roto, y la mitad que ya se está regenerando no me va a pertenecer. ¿Pero es que eres estúpido? ¡Quiero que seas mío! Para mí sola. Y para nadie más. Él tiene ya suficiente con lo suyo, no necesita más estorbos como yo. Así que déjalo en paz. Ni se te ocurra hacer lo que estás haciendo, así que déjalo ahora que puedes. Seremos más felices nosotros tres juntos, y solos, sin nadie más. Mi cabeza, tú y yo. Y listo, para que más.
Así que, después de todo esto, deja de liar lo que estás liando, porque no lo voy a poder soportar. Gracias por su atención. 

Fdo: La persona que quiere ser tu única dueña.

Espina.

Parece, aunque a veces sólo lo parece, que por cada cosa mala que a uno le dicen, diez de las buenas se olvidan, se escapan. Como si nunca ...