+Yo creo que si que lo admite. Se lo admite a ella misma. Pero a nadie más, no quiere que nadie lo sepa.
-¿Y por qué no? Lo que siente es muy bonito.
+Las cosas a veces son muy complejas.
-Pues no lo entiendo. Yo lo gritaría a los cuatro vientos, que todos lo sepan.
+Pero, bendita inocencia. Eso cambiaría las cosas de nuevo. Un giro de ciento ochenta grados una vez más.
-¿Y no es eso lo que quiere?
+Si, si es eso lo que quiere, pero...
-¿Pero qué?
+¡Pero!...Pero si lo dijera, no sería ese tipo de giro el que daría. Lo daría en sentido negativo.
-¿Cómo lo sabes?
+No lo sé, lo intuyo.
-Pues yo intuyo lo contrario. ¿Ahora qué?
+Que no has tenido en cuenta todos los factores.
-¿Pero que factores?
+La vida misma.
-Es cierto. Lo olvidé. Pero no por ello cambiaré de opinión.
+Iluso.
-Negativo.
Aún te queda el cielo. Lo que hay fuera. |
La lucha interna de tus intenciones, de tus sentimientos, de tu propio cerebro, de tus creencias, tu ilusiones. Todas esas luchas serían más o menos así se pudieras escucharlas con total nitidez. Al final, como tu mismo, nunca llegan a un acuerdo. Nunca te dan una solución. Nada coherente. Solo te queda esperar a ver quién mata a quién primero.
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