La puerta de la habitación se abre. Una cara sonriente aparece tras ella, esperando una respuesta. El señorito sentado tras la enorme mesa de despacho la hizo pasar.
-Bienvenida. Siéntese, por favor.- Comentó, haciendo un suave gesto con la mano para que tomara asiento.
-Muchas gracias.- Fue su única respuesta, haciendo lo que le había pedido. Dejó unos papeles encima de la mesa. El hombre tras la mesa los cogió y los hojeo.
-Es mi 'curriculum'.- Dijo la chica, estirando un poco el cuello, para ver sus papeles en manos del joven. No paró de mostrar su sonrisa.
-¿Viene a hacer una sustitución?- Preguntó el chico, sin apartar la vista de los papeles.
-No, claro que no. Vengo a hacer un trabajo completamente nuevo.- Respondió, con decisión, si perder la sonrisa. Pero aquel hombre no había entendido nada, y ahora lo miraba extrañado. La chica prosiguió.
-Ya sé que no hay trabajo ahora mismo. Y que el que quedó vacante ya tienen una sustitución. Pero como ya le he dicho, yo no vengo a hacer eso, vengo a crear algo nuevo, totalmente diferente Algo nunca visto, algo nunca ni siquiera imaginado.- Explicó, sin que la voz le dudara. Y, claro está, sin perder su eterna sonrisa.
Al joven le cogió de sorpresa esta conversación.
-¿Tiene carta de recomendación o algún tipo de referente que nos ayude a saber de su trabajo en otro sitio?- Preguntó, dejando los brazos caídos sobre la mesa.
-Me tengo a mi. He salido de cualquier otra empresa en la que me hubiera embarcado y me gusta pensar que en todas dejé algo en lo que pensar.- La chica hizo un gesto despreocupado con el pelo, y volvió a dejar suelta por la sala la luz de su sonrisa. El joven asintió suavemente, pensativo.
-¿Desea algún puesto en especial?- Recordaba perfectamente que la mujer había comentado que el puesto que había quedado vacante ya tenía a alguien para la sustitución y pensaba que ella le hablaría de ese puesto en concreto.
-Pues...no lo sé. Estoy aquí porque me siento bien en esta empresa, me valoran, me alientan a continuar con mi trabajo, me incitan a crecer como persona. Porque si realmente haces una cosa que te gusta, nunca tendrás que trabajar. O eso dicen, ¿no?- Concluyó, entornando levemente los ojos, con una expresión aniñada en el rostro.
-A ver si lo entendí bien. ¿Se quedaría aunque le diera el trabajo más bajo, el de menor remuneración, solo por estar aquí?- El joven estaba algo alarmado con las respuestas de la mujer sentada frente a él. Era la primera vez que se encontraba con algo como esto. Quizás iba a ser verdad que venía a hacer algo nuevo...
-Lo haré. Seré todo lo que esta empresa quiera que sea. Sin quejas ni reclamaciones. Solo por estar aquí.- La joven esperaba una respuesta, aunque después de todo, no tenía muchas esperanzas.
-Muy bien, la llamaremos.- Fue el punto final que puso el hombre tras la mesa de despacho, incitando a que la chica se levantara de su asiento.
-No seré más que una mota de polvo en medio del universo.- Susurró la chica, bajando la mirada, pero sin dejar de sonreír. Más tristemente.
-Para esta empresa es mucho más que eso.- Allí se encontraba, lo que la chica había querido ver durante toda la entrevista: la sonrisa del joven tras la mesa de despacho.
-Si le soy sincera, me moría por escuchar eso de esta empresa.- Y desapareció por la puerta de cristal, la que antes le había dado la bienvenida a una nueva empresa, a una nueva aventura, a una nueva embarcación en un submarino sin billete de vuelta.